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La triste historia de un “vago”

Cuidado, ese “vago” puedes ser tú

Entre las muchas memorias que tengo de mi infancia hay una muy sutil que nunca he podido olvidar.

Tenía 7 años, iba a 2º de primaria y estaba tumbado en el suelo de mi habitación haciendo mis deberes de matemáticas.

Pero lo que recuerdo con más detalle aún es, que tomé una almohada de la cama y la puse “casualmente” en el suelo, al lado de mi cuaderno de mates, para tapar la nota de “MUY VAGO” que me había puesto mi profesora Carmen en la parte superior de la hoja.

Recuerdo muy bien la enorme vergüenza que sentía mientras escondía, una vez más, esa nota de “MUY VAGO”.

Esa palabra. Vago. Me persiguió durante toda mi infancia y mi adolescencia.

Mis padres y mis profesores estuvieron taladrándome la cabeza con esa palabra hasta la saciedad.

Vago. Gandul. Holgazán. Inútil. Kasul. Hmar. “No das palo al agua”. “No vas a llegar a nada en la vida”…

Año tras año y curso tras curso. Las mismas palabras de siempre.

Profesores se rieron de mí cuando les decía que quería conseguir tal objetivo o llegar a tal meta. Para que os hagáis una idea, hubo una profesora llamada Beatriz que me dijo que acabaría mendigando.

Y cuando yo preguntaba: “Oye, y porque yo no puedo ser buen estudiante o conseguir buenos resultados en las cosas”, mis familiares y mi entorno me respondían diciendo: “Porque no has crecido con organización y disciplina. Ahora ya es demasiado tarde

Y cada vez que me repetían eso, en mi mente yo me autocondenaba más y más al fracaso.

Pero una vez leí esta cita de Will Durant:

Somos lo que hacemos repetidamente, es por eso que la excelencia no es un acto, sino un hábito

Will Durant

Ahí, alhamdulilah, entendí que yo no ERA vago, sino que ACTUABA como un vago, porque tenía los HÁBITOS de un vago.

Mis hábitos eran los de una persona vaga, y no los de una persona disciplinada.

Pero no existía dentro de mí ningún gen de “kasul” o de “hmar”. Tan solo eran mis hábitos.

Eso, por muy evidente que parezca, y por muy lógico que suene, fue una revelación que me hizo responsabilizarme de mi propia vida, dejar de buscar culpables en mi situación y sobre todo, me permitió aspirar a más.

Mel Robbins dijo en una ocasión:

Las personas no viven vidas que odien por grandes errores que hayan cometido, sino por los pequeñas errores que siguen cometiendo día tras día. Esa comida en la que te pasas, esa rutina que te saltas, ese ejercicio que ignoras…

Mel Robbins

Alhamdulilah, gracias al tawfiq de Allah y a todo lo que he aprendido y aplicado sobre los hábitos y la conducta humana en general, he podido año tras año ir cumpliendo metas y consiguiendo objetivos.

Y sobre todo, he podido callar bocas e ir demostrándole a toda la gente que me decía que no llegaría a nada. Incluida Beatriz.

Sí, alhamdulilah pude llegar a algo. Y aún voy a llegar a más inshAllah.

Hoy por hoy, me voy a dormir con estas vistas desde mi balcón:

Y estas vistas no son ninguna locura que deba levantarte del sitio.

Estas vistas y la paz que me transmiten son la prueba de que, como dijo William Durant, la excelencia no es una acción, es un hábito.

Te veo en el próximo mail.